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18/2/12

Fallece Enrique Sierra, guitarrista de Radio Futura

La trayectoria de Enrique Sierra, que falleció ayer en el hospital clínico San Carlos de Madrid a los 54 años, a consecuencia de problemas derivados de una larga enfermedad renal, estará por siempre vinculada a Radio Futura. Da igual que el grupo se disolviera en 1992; da igual que él ganase dos Grammy latinos en 2002 y 2004 como ingeniero de sonido, trabajando en discos de Rosario Flores. O que grabara discos con grupos como Los Ventiladores y Klub (en el que se volvió a unir a su viejo amigo Luis Auserón); o que fundase en 2007 el portal de Internet 127.es, con la idea de proporcionar de forma legal y gratuita música, textos, imágenes o vídeos en formato digital. Un nombre, 127, que era también el que había usado para un proyecto de música infantil, junto a su esposa, Pilar Román. Todo eso quedó a la sombra de los doce años que su guitarra acerada formó parte de Radio Futura.

El sonido que desarrolló era tan fundamental para las canciones del grupo, como lo fue su cresta punk para la imagen. El proyecto de lo que se convertiría en una de las bandas esenciales para entender la historia del rock en español lo puso en marcha con los hermanos Luis y Santiago Auserón a finales de los setenta. Él venía de Kaka de Luxe, conjunto seminal de la movida madrileña, en el que también figuraban Carlos Berlanga, Fernando Márquez, El zurdo y Olvido Gara, Alaska.

Tras la disolución de la banda, en 1978, cada uno de sus componentes buscó una salida por su cuenta. Es entonces cuando Enrique va a parar a Radio Futura. Durante años van dando bandazos en busca de un sonido propio. Ellos mismos reconocieron más tarde que su primer disco, Música moderna, les había llevado por derroteros que no eran los suyos. Su compañía, Hispavox, había intentado convertirlos en una banda para el público juvenil, con pésimos resultados. Todo esto cambió cuando grabaron La estatua del Jardín botánico, una canción histórica, básica para entender el éxito del pop español en los ochenta. Editada como sencillo en 1982 (en la cara B aparecía el tema Rompeolas), les marcaría el camino a seguir.

Habían tenido que reinventarse con un sonido que en el momento se definió como rock experimental, aunque tres décadas después sus canciones se escuchan como auténticos himnos atemporales. Es en este contexto cuando publican en 1984 el primer disco de Radio Futura como cuarteto (a la batería se había unido Solrac Velázquez). En La ley del desierto / La ley del mar estaba otro de sus temas fundamentales, Escuela de calor, una canción pegadiza, guiada por la guitarra de Enrique Sierra, que fue un éxito inmediato. Otro de los sencillos extraídos fue Semilla negra, en el que sentaban las bases de eso que luego se dio en llamar rock latino.

Porque si algo definió la trayectoria de Radio Futura fue la extrema seriedad con la que se tomaban su trabajo y la constante investigación de nuevos géneros. Una búsqueda que, contrariamente a lo que suele ocurrir, coincidió con los gustos del público. A lo largo de los ochenta fueron publicando álbumes -De un país en llamas (1985); La canción de Juan Perro (1987); el directo Escuela de calor (1989); y el que sería su despedida, Veneno en la piel (1990)- en los que se van alejando cada vez más de sus comienzos puramente nueva oleros hacía un sonido latino.

Las giras se hacen más grandes, las tensiones entre los componentes de la banda también. Crecen los gastos al mismo nivel que los ingresos. La salud de Enrique Sierra también se resiente. Hace dos décadas se sometería al primer transplante de riñón, tiempo después llegaría un segundo. Sus allegados contaban ayer que el agravamiento de las complicaciones derivadas de esta operación fueron las que causaron su muerte. En los últimos años, Sierra había diversificado su carrera artística: sus obras, pinturas digitales, se podían ver en su página web, que ayer seguía activa.



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